Sunday, February 11, 2007
Saturday, February 26, 2005
Réquiem para una figurita decapitada
Tuesday, February 22, 2005
Diario íntimo de Rosemary Pippermint.
Rosemary Pippermint
22 de Abril de 1946
Son las ocho y diez minutos del anochecer del día 22 de abril de 1946. Hoy hemos celebrado mi Primera Comunión. No cenaré. Antes de acostarme quiero dejar escritas unas pocas palabras relatando los recuerdos, emociones e imágenes que revolotean ahora por mi cabeza como mariposas en busca de su flor . Deseo queden escritas para siempre en mi diario personal.
Recuerdo el día que, después de visitar al reverendo Darron Reid, tía Nelly propuso sentarnos un ratito en un banco de Bird’s Place, cogió mi mano y me dijo: - querida Rosemary, en el jardín de tu vida, el día de la Primera Comunión es la rosa más bonita y *poncellada. Procuraré que todo salga a la perfección y que el convite se recuerde como el más esplendoroso que se haya visto nunca en todo Ohio desde los tiempos del general Lee, que Dios lo tenga en la Gloria. Me dió un beso en la frente, se puso bien las enaguas, que le sobresalía dos dedos por debajo la falda, y proseguimos el camino hacia casa.
Los días siguientes la tia se entregó a una actividad frenética; libros de repostería arriba y abajo, experimentos en la cocina, llamadas a los invitados, reuniones preparatorias...todo indicaba que de comida no hariamos corto.
Llegó el día de recibir el Santo Sacramento, la ceremonia a la iglésia de los Gloriosos Santos fue espléndida. La nave lucía como nunca rebosante de lirios blancos, gardenias, anémonas, gladiolos, coronas de jazmín...
El sermón largo y extenso del reverendo hizo aflorar en los ojitos azules de tia Nelly alguna lagrimita fugaz, a mí me ocurrió lo mismo, pero mis lagrimitas eran de aquellas que te caen tras hacer un bostezo, lo reconozco.
Al salir de la iglésia nos pilló un buen aguacero. El coche de tio Henry tuvo algún problema para vadear el arroyo de Waltrous, no pasó nada irreperable y el incidente sirvió de tema de conversación a lo largo de todo el convite. Todo el mundo rió mucho, tio Henry era gracioso por naturaleza.
El Chevrolet de tio Henry encallado en el arroyo de Waltrous.
Cuando llegamos a casa un sol radiante iluminaba las largas mesas paradas en el jardín. Estaban todas cubiertas con manteles blancos como la nieve, las amigas de la tía habían bordado infinidad de mariquitas con hilo negro y rojo y sobre cada mariquita un corazón también rojo rematado con negro. Oh, Dios mío!, era todo tan bonito.
Tía Leonor, hermana de mi madre, fue la primera en llegar. Traía un pudding a la brasileña que tía Nelly depositó cuidadosamente sobre la mesa del mantel de los corazones y las mariquitas rojas.
En la puerta de la verja que da al jardín hacían cola los invitados cargados de pasteles ,dulces y golosinas que la tía les había encargado. Recuerdo los Forrest, los Johnson, los Hartwell, los Morgan, las hermanas Lundeen, la señora Müller, nuestros vecinos Spencer, las primas McGovern…
Tía Nelly iba anotando a su libretita la relación de manjares que iban inundando las mesas como si de una oleada azucarada se tratara. Tengo aquí ante la libretita de la tia, copiaré unas líneas: “
Tartelitas Bella Elena, Plum kakes, Tarta alsaciana, Sarah Suiza, Pudding de castañas, Tortas *montpensier, Marrones Mont-Blanco, Albaricoques a la criolla, Bávara Manon, Pastissets a la Nelusco, Gelatina de membrillo, Carlota a la cardenal, Mousse de café, Tarta de cerezas a l’*Alsaciana, peras rellenas, manzanas a la Wilson, Duquesa de manzanas, Tronco Arlequín, Flaons de crema, Pastel alemán, Pastel Locullus, Tarta Rosa Blanca,Escumós a la Quirinal, Gemes caramaladas,Delicias de merengue, Carlota a Virginia, Corona a la Damita, Tartaletes de fresas, Macedonia de fruta con gelatina, Bizcocho Glacé, Tortell de crema, Pastissets de mermelada, Carlota a la criolla, Prèssecs Bella Zuzette, Bávara de mandarina, Pastas Vieneses, Tartaletes Mimosa, Profiteroles de chocolate, Naranjas confitadas, Copas Antonieta, Peras a la Mont-*Cenis, Quema Florentina, Trufas de nata, Delicias Rosa de Mayo, Pastas Belgas....
Creo que las he degustado todas. Tía Nelly se ha pasado todo el convite diciéndome: Rosemary querida, prueba esto, prueba aquello, un mordisquito de esto, un mordisquito de lo otro, un cachito de *tarta, no te pierdas el pudding, un poquitín de souflé?....uf.
Tengo sueño, dejaré de escribir, estoy cansadita y algo empachada, bastante empachada.
23 de Abril de 1946.
He vomitado toda la noche.
Monday, February 21, 2005
Yo y Renato Luscher por las calles de Béziers.
Yo, Tristany de Pinós, y Renato Luscher entrando en Béziers.
Cuando el sargento Müller me asignó plaza de copiloto en la moto de Renato Luscher no lo ví nada claro. Luscher era un imbécil, un imbécil pesado (que es un grado superior de imbecilidad). El primer viaje que emprendimos juntos por la douce France no cejó ni un segundo de contarme chistes y zarandajas. Yo es que no entiendo los chistes y además el motor de la moto hacía mucho ruido y además no entiendo el alemán y los chistes en alemán montado en una moto menos aún.
Renato Luscher era imbécil desde la infancia, era el típico niño que de las patatas al horno solo se come el picadillo, de los Dakars que preparaba la inefable tia Ingrid solo la cereza, el niño que pisaba la pelotita de ping-pong cuando esta caía de la mesa, el niño que chilla cuando no toca y calla cuando debería hablar, un indeseble !.
Cuando hicimos nuestra entrada en Béziers las calles rebozaban de citoyens curiosos, espectantes y acojonados observando el paso de nuestro victorioso ejército. Podría Renato Luscher resistirse a la tentación de montar un numerito ante tan numeroso y fiel auditorio?. Podría Renato Luscher hacer prevalecer nuestra dignidad ante su ego exhibicionista?. No.
Al doblar la esquina de la Rue Maurice Chévalier para enfilar la Avenue du Maréchal Jofre, Renato Luscher, con un breve y seco movimiento de manillar, hizo levantar una rueda del side. De golpe me vi elevado un metro por encima de su cabeza. Si yo hubiera sido Julio César entrando en Roma quizás lo hubiera encontrado correcto e incluso hubiera esbozado una sonrisa ( decidí no inmutarme y adoptar una actitud totalmente neutra e impasible). Yo no era Julio Cesar, solo era Tristany de Pinós, un patriota catalán nacido en la comarca del Solsonès.
Mientras desfilábamos, con una rueda levantada, por la larguísima Avenue du Maréchal Jofre no paraba de preguntarme a mi mismo que hacía yo entrando en Béziers en una moto del ejército alemán, la verdad es que aún me lo pregunto.
Saturday, February 19, 2005
La casa que quiero (Joan Salvat-Papaseit)
y unos árboles con fruto
que me la festejen.
Que lleve un camino
reluciente de rocío,
que la lluvia amainan.
Por si me hace falta reposo
que la luna venga;
y cuando salga el sol
que los buenos días me diga.
Que al tiempo del verano
en el blanco de cal
del porche con abejas.
Oyendo la canción
del labrador que cava;
con la salsedumbre
de la brisa marina.
desde la ventana,
de guerra o de fiesta:
para estar presto
Thursday, February 17, 2005
Sunday, February 13, 2005
El general Blyton jamás fué un gran estratega.
Los generales Cotton y Blyton en Virginia.
El general marcó con una cruz un punto del mapa. Me miró a los ojos y dijo: -usted, teniente Olivier,cogerá seis de sus mejores hombres y se situará en este punto del rio Potomac, frente a la granja de los McGregor. He recibido informes muy fiables -prosiguió- respeto a los planes del general Cotton. Los sudistas pretenden remontar el curso del rio Potomac y atacar por sorpresa nuestra retaguardia acampada en Oldville. Su misión, querido Olivier, consistirá en detectar los movimientos de la avanzadilla de los confederados y luego que detecte el avance de las columnas enemigas hacerme llegar el aviso.
Nosotros, entonces, desplegaremos nuestras tropas por ambos lados del rio y ,bordeando las montañas, iremos bajando hasta llegar a la altura de los hombres de Cotton. Les atacaremos por ambos flancos. Si Dios nos ayuda la victoria será nuestra. No le quepa duda alguna. Cotton acabará sus dias recolectando algodón en los campos de Alabama, es lo que le corresponde por su linaje jejeje.
Antes de retirarme, el general Blyton me cogió por el brazo y me dijo con solemnidad: -querido Olivier, como buen hijo de Boston que es, estoy seguro que hará honor a la fama de valientes que orna a los militares bostonianos. Su misión puede cambiar el curso de la guerra. Lo sabré recompensar. Es posible que el general Ulysses Grant añada algún galón a su casaca azul- añadió en tono misterioso.
El general me despidió con una palmadita en la espalda y me deseó suerte.
Sin perder el tiempo formé una columna de siete hombres y emprendimos camino hacia el punto del rio Potomac marcado en el mapa.
El teniente Olivier y sus hombres a orillas del Potomac.
El paraje era baldio e inóspito. Por todas partes matojos y lagartos. Escasos árboles, desnudos de hojas, rompían la monotonía del paisaje. Un airecillo fresco de marzo hacía relinchar los caballos y los apresuraba en su marcha.
Llegados a nuestra posición decidimos formar en batería, el 19º de caballería de Illinois, al que perteneciamos, tenía merecida fama de disciplinado y formal. Formando juntos, en bateria, nos habían enseñado en West Point, dábamos mas respeto y mas miedo al enemigo. Y haciamos mas bonito, pensaba yo.
Catorce ojos acotaban el horizonte, estabamos tensos y en vigília. Intentabamos percibir rio abajo, cualquier puntito, cualquier movimiento, cualquier nubecilla de polvo que insinuara la llegada inminente de los hombres del general Cotton. Pero nada.
De vez en cuando: algún conejo, algún zorro, alguna liebre....
Al día siguiente todo igual: algún pececillo haciendo burbujitas en el rio, unos gorriones jugando en el zarzal, una formación de patos...
Se nos habían acabado las provisiones. Lo pagaron los lagartos.
Lagartos al hinojo o sín hinojo, lagartos al romero o sín romero o elaborando proporciones distintas de esas hierbas aromáticas, a la losa, a la brasa al rescoldo...triste.
Nos habíamos olvidado del objeto de nuestra misión. De vez en cuando una mirada perdida hacia el fondo del valle, eso era todo.
Al cuarto día apareció un niño al otro lado del rio, era un hijo de la granja de los McGregor.
Nos miró. Le sorprendió, a buen seguro, que estuviesemos en formación y alzando la voz nos gritó: -hello north borders!, a lo que respondimos con un sonoro: -hello south borders!.
Al día siguiente apareció el niño acompañado de sus hermanos, dos niños y dos niñas,nos miraron y gritaron: -hello north borders!, a lo que respondimos: -hello south borders!.
Fueron nuestra única distraccción en aquellas tres semanas de aburrimiento bíblico a orillas del Potomac.
Con el transcurso de los días fuimos depurando nuestro estilo, al final conseguimoes efectos polifónicos muy remarcables.
A mediados de la tercera semana percibimos, muy lejanos, el ruido de cañones de todo calibre. La batalla había empezado. Y nosotros allá. In albis.
El día que hacía 21 apareció una carreta de soldados de la Unión en retirada, -todo está perdido -nos dijeron-, la derrota es inapelable. El general Cotton ha atacado por el flanco de los lagos y ha pillado por sorpresa a nuestro Estado Mayor. Nos juntamos a ellos y emprendimos camino dirección a Missouri.
Años después reencontré al general Blyton en una residencia para excombatientes cerca de Virginia. Compartía todas las horas del día con el general Cotton, que también se hospedaba allí. Por el pueblo corría el rumor que ambos se entendían. Yo no lo sé.
Tia Ingrid y el cumulunimbus traidor.
Casa la tieta Ingrid, després de la tempesta..
Eché un vistazo por la ventana del comedor. Por la parte que dá a la Sierra del Ubach asomaban cumulunimbus negros como el carbón e hinchados como merengues. Daban mal fario, álguien se va a lastimar, pensé. las tormentas de Septiembre son traidoras.
Del fondo del pasillo surgió la voz de tía Ingrid: -Tristany, Tristany,deberías acompañarme a comprar un bote de Cola-cao, se hace tarde y parece que va a llover.
La tía no podía vivir sin su bote de Cola-cao, era su razón de vivir y el combustible que hacía funcionar aquel cuerpo esmirriado y frágil. " Dadme un bote de Cola-cao y moveré el mundo", decía a quien quisiera oirla (y a quien no quisiera también).
Su devoción por el Cola-cao era directamente proporcional a su odio por el Nesquik...
(recuerdo aún, como si fuera ayer, el día que me llamó Luís, el del Super de Casa Montserrat de Matadepera: - Tristany, Tristany, ven deprisa, tía Ingrid a perdido el oremus, la dignidad y hasta la carta de navegar!.
Me calcé los zapatos que corren (los de suelas de goma). En diez minutos me planté en el Super. Abrí la puerta. Docenas de botes de Nesquik esparcidos por el suelo: rebentados, abollados, vilipendiados y vencidos. En medio del estropício sobresalía la figura desafiante y menuda de tía Ingrid, - quien ose avanzar un solo paso no vivirá para contarlo-, decía, al tiempo que amenazaba con la punta del paraguas al bonachón de Luís y a las dependientas del Super que observaban la escena a una distáncia prudencial.
A espaldas de tía Ingrid, las estanterias de Cola-cao y las que otrora habían acogido los botes de Nesquik, lucían en hileras, meticulosamente ordenadas, sendos botes de Cola-cao: un bote, un palmo, un bote, un palmo...
Con la inestimable ayuda del policía municipal, hermano de Luís, convencimos a tía Ingrid que depusiera las armas. Decidimos no remover más la cosa. En la tierra paz y en el cielo gloria.
Punto exacto donde localizamos a tia Ingrid.
Salímos, pués, a comprar el bote. El cielo se había puesto negro como las entrañas de un lobo. Daba pavor.
Camino de vuelta a casa se oían truenos lejanos. Tía Ingrid trajinaba el bote de Cola-cao de 5kg como quien exhibe una cabeza de antílope cazado en Africa.
De repente un trueno terrorífico hizo temblar cielos y tierra. Una cortina de agua, como nunca habíase visto, se precipitó sobre nuestro, era como si todo el Nilo bajara de las alturas.
El nivel del agua empezó a subir, me encaramé al techo de una cabina de los ciegos. De lejos veía tía Ingrid, flotando sobre su bote de Cola-cao, alejándose Rambla abajo.
No supimos más de ella.
A los dos días, una nave de Salvamento Marítimo detectó un puntito negro flotando entre las olas, a medio camino entre Barcelona e Ibiza. Al acercarse, comprobaron sorprendidos que se trataba de una persona de género femenino, de entre 70 y 80 años, asida a un bote de Cola-cao. Sí, era tía Ingrid.
La notícia de la "resurrección" de tía Ingrid fué muy celebrada en toda la ciudad.
Al cabo de un mes, el Hogar del Jubilado del Centro organizó una fiesta marinera, un "cremat", en homenaje a tía Ingrid.
El momento más emotivo se produjo cuando una coral de habaneras, acompañada de todos los asistentes, empezó a entonar la bonita habanera...
Quan jo tenia pocs anys
el pare em duia a la barca
i em deia: -Quan siguis gran
no et fiïs mai de la calma.
Bufa, ventet de garbí,
vent en popa i mar bonança!
Anirem cap a llevant
fins a la illa d'Eïvissa.
Ai de l'amor!
. -Ai, fill meu, quan siguis gran
no et fiïs mai de la calma,
que després ve un temporal
a l'hora més impensada.
Bufa, ventet de garbí...
La mar semblava un mirall;
la lluna plata semblava:
-Això serà el temporal
d'una nineta encantada.
Bufa, ventet de garbí...
L'arbre n'és un tros de pi,
la barca una post corcada;
els rems en són afegits,
que d'un pam no fan a l'aigua
Bufa, ventet de garbí...